En este artículo conocerás 3 reglas básicas de la arquitectura bioclimática. Enfocadas en todo caso a conseguir edificios más eficientes, disminuyendo el consumo energético, y contribuyendo a la mejora del medio ambiente.
Los edificios compactos consumen menos energía
Cuanto mayor sea el volumen interior de nuestra construcción y menor superficie tenga la envolvente del edificio (fachadas, cubiertas…), tendremos menores pérdidas caloríficas y por lo tanto necesitaremos menos energía para compensarlas.
Teniendo en cuanta esta afirmación nuestro edificio ideal sería una esfera.
¿Alguien ha pensado lo inteligentes que son los esquimales?
Los edificios pesados se calientan y se enfrían lentamente
En este punto seguro que lo primero que te viene a la mente es la típica casa de pueblo con sus gruesos muros de piedra. ¡Lo que cuesta calentar esa casa cuando llegamos en pleno invierno!
Nuestros antepasados sabían mucho de esto, y por lo tanto lo aprovechaban al máximo.
Los muros pesados absorben el calor producido por los rayos del sol lentamente y lo almacenan. Liberándolo posteriormente hacia el interior del edificio. De la misma manera, las pérdidas de calor de interior a exterior se producirán muy lentamente, por lo que una vez conseguida la temperatura de confort en el interior, necesitaremos menor contribución energética.
Los colores de la fachada influyen de forma directa en el consumo energético de la vivienda.
Los elementos de fachada y cubierta en negro absorben hasta un 20% más de calor que el blanco. Tonos oscuros se deberán utilizar en climas fríos y colores claros en los cálidos.
De nuevo la arquitectura tradicional es claro ejemplo de aprovechamiento energético. Esos pueblos blancos de Andalucía, frente a la arquitectura tradicional del norte de España con sus muros ocres y sus cubiertas de negra pizarra.